LA DOCTA CHARCAS (*)


Tu fuiste la primera, toda altivezala
que despachaste la fuerza ibérica
tu también propagaste la marsellesa
en todos los confines de aquesta América.
La de abolengo ilustre por sus doctores,
la de inmortal prosapia por su sapiencia,
y que fundir supo crisol de honores
en el legendario grito de independencia.
Eres de las bondades la fuente pura
tus anales no tienen ningún misterio
por que das generosa, toda ternura,
esa bendita leche de tu Inisterio.
Ciudad de lirios del os y claveles
la incaica fuente de oro la Coquechacame
caben tus cantares a ricas mieles
al vibrar en la quiebra del Quirpinchaca.
Ciudad, la resignada, que en primavera
tiene como floridas rojas leyendas
ciudad de bravuras, siempre primera
en el fragor indómito de las contiendas.
Ciudad Chuquisaqueña, como delinco
tu voz vibrar supo, junto al aprisco,
esa voz sonora de eco broncíneo,
que surgió de la torre de San Francisco.
Ciudad de leyendas, Pedro Anzures
te forjó con las luces de sacra estrella
bajo el combo de bajos cielos azules
en la falda risueña del Churuquella.
Ciudad de rosedales que el viento peina
en el corcel de los tiempos bella amazona.
Eres entre los pueblos augusta y reina
y como reina augusta, siempre patrona.
Los pueblos que desean negar tu historia
dormirte en la miseria, de sucios trapos
ya quisieran Madona, para su gloria
un pedazo siquiera de tus harapos.


(*) Ricardo Arroyo Salinas, conocido como Confucio